viernes, 16 de diciembre de 2011

NORMAS Y LÍMITES


SIN MIEDO A LOS LÍMITES

o   No hay que tener miedo a los límites, son beneficiosos.
o   Una educación sin límites no se puede concebir y lo que es peor no funciona.
o   Los límites son una referencia, ayudan al niño a tener claro que puede y que no puede hacer.
o   En cada casa debe haber unos límites, el niño ha de conocerlos y saber las consecuencias de cumplirlos o incumplirlos.
o   Los límites consensuados permiten la misma reacción de los padres ante similares situaciones y comportamientos y evitan desprestigiar la autoridad de la pareja delante del niño.
o   Unos límites muy flexibles que cambien según el estado de ánimo de los padres, provocarán inseguridad en el niño.
o   Los límites no funcionan cuando no se transmiten de forma clara, son contradictorios (el padre dice uno cosa y la madre otra), no hay consecuencias (positivas o negativas) o se pide al niño que haga algo que los padres no hacen.
o   Lo perjudicial para el desarrollo del niño es establecer unos límites demasiado estrictos, fijar un número excesivo de normas o no poner ningún tipo de límites a su comportamiento.

DE LOS TRES A LOS SEIS AÑOS EL NIÑO APRENDE A OBEDECER
Muchos padres de niños de cinco años se quejan de que les dicen las cosas y no hacen caso. A esta edad la mejor forma de que aprendan es con hechos. Cuando se dice al niño que recoja los juguetes es preciso acompañarlo y enseñarle como llevarlo a cabo, pero cuidado, los padres no deben terminar por hacerlo ellos. Le acompañan y enseñan pero luego tienen que retirarse y dejar que sea él quien termine.

Otro error común es decirle “recoge, lávate las manos y siéntate a la mesa para cenar” demasiadas órdenes juntas a esta edad hay que presentarle las instrucciones de una en una y darle tiempo para que cumpla la primera antes de indicarle la segunda y no olvidemos la parte final, importantísima para el aprendizaje de los límites, reforzarle siempre que lo hago:” ¡qué bien has recogido los juguetes!”.

A medida que el niño va creciendo ha de incorporar nuevas responsabilidades cada vez más complejas puesto que va adquiriendo las habilidades necesarias para desempeñarlas.

PRUEBA A HACERLO TÚ

ANTES DE DAR UNA ORDEN

A la hora de recordar una norma será necesario dar una orden al niño.
- Debemos estar absolutamente seguros y convencidos de que el niño tiene que cumplir lo que le pedimos.
- Pensemos qué haremos en caso de que el pequeño no obedezca. Hay que estar convencidos de que, como ya le hemos advertido, cumpliremos las consecuencias sin titubeos.

LOS GESTOS DICEN MUCHO DE NUESTRA ACTITUD

Una vez explicada la norma, se traduce en órdenes. Para dar una orden de forma eficaz hay que transmitir seguridad, estar convencidos de que lo que pedimos debe cumplirse, porque de eso dependerá en gran medida que el niño nos obedezca o no.
Cuando hablamos de mantener una actitud firme y segura nos referimos no sólo a lo verbal  sino también a lo que transmitimos con el resto del cuerpo: gestos, tono de voz, posición del cuerpo. Los gestos tienen que ayudarnos a apoyar el mensaje verbal.

ENSAYOS ANTE EL ESPEJO

Estar convencido a veces no es suficiente. Lo mejor es ponerse delante del espejo y entrenarse. La imagen que nos devuelva podrá aportarnos muchos datos acerca de lo que debemos modificar.
Aquí van una serie de componentes de la comunicación no verbal que pueden resultar muy útiles:
-          Buscar el contacto visual antes de hablar; si el niño nos mira es más fácil que nos atienda.
-          Las manos se mueven más pero se miran menos que la cara. Debemos centrar la atención en los gestos de nuestro rostro.
-          Brazos en jarras y piernas semiabiertas ayudan a expresar determinación en lo que estamos pidiendo.
-          Un carraspeo consciente puede advertir al niño de nuestra diconformidad con lo que está haciendo sin necesidad de decírselo. Lo mismo ocurre si negamos con la cabeza.
-          Hay que respetar el especio personal del niño ( al menos medio metro) no debemos echarnos encima si no queremos parecer agresivos.

PARA QUE EL NIÑO ESCUCHE

No debemos gritarle desde la otra punta de la clase. Hay que acercarse a él, ponerse a su altura, echarse un poco hacia delante, utilizar el dedo para que fije la mirada y entonces contarle lo que tiene que hacer. Si no conseguimos que nos mire, podemos utilizar el espacio de los brazos para marcar un círculo imaginario entre él y nosotros,  agarrarle sin hacer fuerza pero con decisión, cogerle de la barbilla y girarle la cara hasta establecer contacto visual. En ese momento, y durante unos segundos, es seguro que estará atento a lo que decimos.

En cuanto a la voz, podemos grabarnos dando una orden y comprobar que:
-         El volumen sube un poco más del que utilizamos con normalidad, lo que no significa que gritemos.
-         Expresamos la orden hablando un poco más lentamente de lo normal. Eso tendrá más fuerza y el niño lo comprenderá mejor. Además, le transmite clama.
-         Somos claros, nos referimos sólo a la orden, olvidamos las coletillas, los rodeos o las justificaciones, somos concretos y vamos al grano.
-         No titubeamos.

    CÓMO DAR UNA ORDEN

o   Limitarnos a una solo instrucción.
o   Ser claros.
o   Marcar una pausa para ver si el niño nos ha entendido.
o   Repetir el mensaje si el niño no ha sabido hacer lo que le hemos pedido.
o   Hacer con él lo que le hemos pedido: podemos acompañarle e iniciar la acción con él, una vez que empiece a hacerlo nos retiramos para que continúe el solo.
o   Reforzarle cuando nos haga caso.
o   No iniciar otra actividad hasta que no se haya cumplido la orden.

NORMAS DE COMPORTAMIENTO PARA LOS PADRES Y PROFESORES

Los adultos deben comprometerse a no hacer uso de:
1.     Chantaje emocional.
2.     Amenazas.
3.     Negociación de las normas o justificación de nuestra actitud.
4.     Risas mientras damos una orden.
5.     Forcejeos y descalificaciones.

REACCIONES FRECUENTES CUANDO A LOS NIÑOS SE LES DICE QUE NO

Insultos y malas contestaciones:
Proponemos hacer lo siguiente:
-         No responder al niño con gritos e insultos.
-         Reflejar tranquilamente lo que está pasando.
-         Expresar en primera persona el enfado y decirle cómo hacerlo de otra manera.
-         Avisarle de lo que va a ocurrir ( ej. “cuando estés más tranquilo y me hables más bajito, te escucharé”)
-         Darle un tiempo de reflexión.
-         Retomar el contacto.
-         Reforzar
-         Y vuelta al principio: retomar la orden que se le dio al comienzo.



EL PAPEL DE LOS PADRES ANTE LOS PROBLEMAS DE CONDUCTA EN EL CONTEXTO FAMILIAR

Algunas pautas convenientes a trabajar desde el contexto familiar, con hijos adolescentes que presenten problemas de conducta, podrían ser:
-          Establecer acuerdos sobre pautas educativas desde el contexto familiar, con criterios educativos más claros y unificados por parte de los adultos que están con el chico/a. Los padres deben representar un frente unido, evitando actitudes de desautorización de las decisiones de uno de los padres, ya que así el hijo aprenderá a utilizar a uno u otro según su interés. Ser un frente unido.
-          Marcar unas normas de funcionamiento familiar bien definidas y explícitas. Estas normas han de hacer referencia a cuestiones muy concretas del día a día ( horarios, orden, responsabilidades compartidas, etc) y evitar definiciones de normas poco concretas. Ej: Norma bien definida: “ Debes llegar a casa antes de las 10 h”, “La mesa a la hora de comer la pone papá y tú la pones en la cena”, “pedir permiso para coger un objeto que es de otro”….. Norma mal definida “ En casa se cumplen los horarios” ( es demasiado general). Los padres pueden requerir de asesoramiento desde el departamento de Orientación en la formulación de unas normas básicas para la convivencia familiar, que posteriormente ellos trabajarán en casa. Deben tratarse de cuatro- cinco ( no más) normas básicas que se van a trabajar en familia. Una vez en casa, aquel que tenga un perfil más negociador o mediador ( el padre, la madre, un abuelo…) conjuntamente entre toda la familia hablarán sobre las normas y las irán recogiendo por escrito en una cartulina, indicando los compromisos que cada uno debe asumir. La lista se pegará a la vista ( por ejemplo, en la nevera, en un corcho a la entrada…) y se revisarán frecuentemente con el hijo/a desde una actitud positiva.
-          En el caso de los adolescentes, es conveniente hacerles partícipes de la definición de esas normas, de forma consensuada, de tal manera que le dejemos cierto márgen de negociación llegando a compromisos para su cumplimiento, respecto a cuestiones muy concretas ( horarios, tareas, etc). es decir que participe de la toma de decisiones, ya que el adolescente va a funcionar mejor desde una actitud democrática que estricta. La negociación sobre soluciones para lograr una buena convivencia parece fomentar en el adolescente la toma de conciencia sobre la responsabilidad.
-          Reforzarle explícitamente cuando cumpla con normas y compromisos. Hay que indicarle expresamente que estamos orgullosos, cuando es capaz de ser responsable, de contarnos algo o de cumplir con las normas y responsabilidades asignadas.
-          Establecer un ambiente sereno, relajante y cálido a la hora de comunicarse en el contexto familiar. Dedicar al día un tiempo para hablar con los hijos, haciéndolo desde un tono dialogante y dejando de lado el reproche sobre distintos aspectos del día a día. Con el tiempo ello permitirá que cada vez el hijo sea capaz de expresarse con mayor tranquilidad porque sabe que existe capacidad de escucha.
-          Asegurarnos de que los intercambios comunicativos con nuestro hijo son positivos y eficaces: debemos tener éxito en la comunicación que establezcamos, para ello escucharle sin más cuando nos comente algo referido a una preocupación o nos cuente algo que le ha sucedido, sin intervenir con reproches o comentarios.
-          No utilizar la crítica permanente, incluso cuando damos una recompensa. Ej de actitud crítica: Llega con las notas y ha conseguido un 5 en un exámen de una asignatura en la que antes suspendía, y le decimos “ has mejorado, pero ya podías haberlo hecho antes y además esa nota hay que mejorarla”. Este ejemplo, muestra una actitud de crítica o reproche poco conveniente a utilizar. Más bien hay que emplear un lenguaje que implique reconocer los esfuerzos realizados, ello animará al chico a seguir mejorando.
-          Reducir situaciones de conflicto y caos: Debemos actuar dando ejemplo.
-          Tener expectativas realistas: No esperar la perfección absoluta y que de repente saque notas perfectas y obedezca con una sonrisa, ya que si tenemos esta expectativa muy alta, es casi seguro que nos vamos a sentir decepcionados. Es más útil partir de la situación que tenemos e ir valorando positivamente al chico por los pequeños progresos, sin reproches constantes y animándole a mejorar.
-          Trabajar hábitos de responsabilidad. De poco sirve pedirle responsabilidad, por ejemplo con sus deberes, sino tiene asumidas responsabilidades más sencillas, como , recoger su cuarto, ducharse, colocar su ropa, etc.. Para trabajar estos hábitos podemos hacerlo con el sistema de normas y de compromisos.
-          Ayudar al chico a crear hábitos de estudio. Para ello todos los días a la misma hora aproximadamente debe dedicar un tiempo a las tareas escolares, en un lugar apropiado. Después de cumplir con este tiempo de tarea, ya podemos permitirle que dedique un tiempo a su actividad favorita, lo cuál además servirá para reforzar el compromiso adquirido por el chico respecto al estudio. Nunca hacerlo al revés, es decir, realizando su actividad favorita y luego tareas escolares. La idea es que él asume un compromiso para poder lograr una recompensa.
-          Proporcionarle un ambiente afectivo, en el cuál el chico desarrolle su autoestima, cuidando los mensajes que se dan desde el ámbito familiar. Combinar afecto con exigencia, no confundiendo que la exigencia está exenta de afecto.
-          Ayudarle a encarar los problemas y a encontrar una solución. Como primer paso para este fin, debemos conseguir un ambiente de confianza y relajado en la comunicación padres- hijos, ya que sino difícilmente el chico nos comentará sus problemas. Una vez que nos plantea una situación problema, ayudarle a plantear soluciones alternativas, valorarlas y ayudarle a elegir una respuesta.
-          Tener un horario diario es fundamental, organizando también actividades de aprovechamiento adecuado del tiempo de ocio y disfrute. Las actividades extraescolares de tipo deportivo, musicales, manualidades, etc ( según el interés de cada chico) les van a permitir desarrollar sus intereses y a la vez tener tiempos para relacionarse con chicos y chicas de su edad. Además en el caso de las actividades de tipo deportivo son útiles para descargar los niveles de tensión acumulados a lo largo del día.
-          Ante la falta de cumplimiento de una norma, darle advertencias y un margen de tiempo, manteniendo la calma.
-          Evitar gritar, ya que no es útil para controlar la conducta del chico/a. En la mayoría de los casos, lo único que se consigue es alteración y ello no va a implicar disciplina. Desde una actitud tranquila y dialogante vamos a conseguir mucho más. Recordar compromisos.
-          Si no se cumple una norma a pesar de haber intentado utilizar un tono dialogante, recordar las consecuencias del incumplimiento ( que también se habrán trabajado a la vez que las normas) y pueden consistir en la pérdida de algún privilegio. Ej: Si no cumple con el tiempo de estudio, pierde el rato posterior de ocio. No entrar en discusiones con él. Si intenta hacernos razonar sus demandas, no entrar al trapo.
-          Utilizar la recompensa ( centrarnos más en aquellos comportamiento positivos) más que el castigo. Se pueden establecer recompensas por cumplimiento de las normas a nivel semanal, permitiéndole si las cumple, pequeños refuerzos positivos, como hacer alguna actividad especial el fin de semana.
-          Si se utiliza el castigo, recordar que se deben cumplir siempre. No amenazar con algo que no se pueda cumplir.
-          Cuando se vaya a aplicar castigo, el mejor truco puede ser que en un momento de enfado, decirle al chico “ esto que has hecho no me ha gustado nada, vete a tu cuarto y después hablaremos del castigo”. De este modo dará tiempo a la calma y a recapacitar sobre el castigo más adeduado.
-          Esforzarse por ser consistente y persistente. Esto es especialmente importante ante situaciones en que el chico se enfurece, en estos momentos hay que ser consistentes a la hora de respaldarse entre los padres y ser firmes.
-          Cambiar las frases ‘tu’ por frases ‘yo’. Por ejemplo, ‘tu me enfadas’ por ‘me enfado por que no me gusta lo que haces’ ¿cómo podemos arreglar esto?

1 comentario:

  1. Me gusta mucho vuestro blog pero no encuentro la forma de seguiros ¿No tenéis esa opción?
    Si os apetece podéis pasaros por el mío a conocerlo ya que es en una linea similar.
    Un saludo
    http://consuelocolomapsicologiaeducativa.blogspot.com.es/

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